Pazar, Mayıs 28, 2006

 

Kasana Pedale*

Existe una leyenda recorrida por los abuelos, los caciques, los padres y miles de wey que se han asomado en los ríos en cada amanecer; Kapûi, protectora de las estrellas y algún oído atento entre los sapos que cantaban la aparición de la reina warupe.
Cuenta el mito que existía un árbol llamado Wadaká piapo que escondía entre sus fuertes brazos todos los frutos de nuestra madre tierra. Una vez descubierto por los hermanos humanos y al no poder alcanzar las maduras frutas que estaban tan arriba, decidieron cortarlo para poder comer todas las frutas que quisieran y llevarle además a todas las personas que habían escuchado hablar de este delicioso manjar.
Wadaká piapo se desmayó lentamente hacia el duro suelo. Su gigante tronco remeció la tierra, acomodándola para su primer bautizo.
Asombrado Akalapireimá, el hombre más viejo que habitaba la tierra, observó como de pronto del grandísimo tronco que había quedado frente a sus ojos, salía una cascada de agua hacia arriba como un volcán tirando lava.
El agua comenzó a inundar los pies de los hombres y las frutas comenzaron a flotar como estrellas en el cielo y casi sin darse cuenta, se formaron riachuelos que iban hacia una gran poza de agua. Sin saber que pasaba, los humanos fueron a refugiarse en los lugares más altos.
Pasaron los días y los riachuelos se transformaron en ríos y de pronto la poza se convirtió en el gran lago kapepiakupé.
Asustados, los hombres y animales se acercaron al agua con hambre y sed, pues la inundación ahogó siembras y pastizales. Para su sorpresa, encontraron de pronto un pez que se acercaba a la orilla. ¿Un pez, que era aquello? Uno de los niños trató de llamarlo, pero éste se escapó hacia atrás y cuando los adultos se preparaban a pescar, salieron disparados miles de peces a saltar sobre el agua. Era tanta la alegría de todos que el abuelo Akalapireimá comenzó a tocar una hermosa canción en una flauta y todos los demás lo siguieron son sus cantos.
Los peces, felices, siguieron saltando por días y días.
Fue así como desovaron sus huevos y sus hijitos luego se multiplicaron y habitaron en todos los mares del mundo y fue así como todos los ríos se llevaron las frutas que quedaron después en tierra firme y se convirtieron en semillas que poblaron todas las tierras de árboles que traen a la boca, los divinos frutos.

(*)
Este cuento fue basado en dos historias paralelas que se desarrollan en el momento en que el árbol Wadaká piapo o árbol de todos los frutos es cortado.
La primera historia fue encontrada en un libro escrito e impreso misteriosamente a mano –lo digo por que es el primer libro que encuentro con estas características que posea número de copias y editorial – en los años ochenta. La recopilación y redacción fue realizada por el indígena y padre de uno de nuestros famosos escritores venezolanos Andrés Eloy Blanco, publicado unos 20 años después de su muerte, el cual no es mencionado en la biografía de Luis Blanco lo que también me llamó la atención, y narra el corte del árbol antes de la existencia del hombre, por lo que los animales tenían sus propias comunidades y vivían en plena comunicación. Una ardilla inquieta con ganas de descubrir nuevos lugares, es la que encuentra el árbol y finalmente decide cortarlo para poder comer y convidar a los suyos.
El segundo ejemplar fue encontrado aquí, en Ciudad Bolívar, en la posada donde actualmente estoy recordando a las comunidades indígenas Sanemas y Yeckuanas que tuve la fortuna de conocer en el Río Caura. Escrito por Vicente Arreaza, narra el corte del árbol por los hermanos de Makunaimù, el señor los peces. Los hermanos al querer alcanzar las frutas, deciden cortarlo. Makunaimu se opone, pero los hermanos insisten. Al ser cortado Wadaká piapo, Makunaimu se entristece enormemente y vuelve cada día a tocar su flauta para disculparse por sus hermanos, puesto que el agua había inundado todo. Es entonces cuando los peces se acercan a escucharlo y fue así como desovaron y se multiplicaron en todos los mares.
En ambas historias ocurre la inundación y, según la mitología de los Pemones, cultura indígena originaria de la leyenda, se forman todos los lagos y ríos del mundo.
Lo más interesante y hermoso de todo esto, es el lugar donde está el testigo de Wadaká, mejor dicho, los restos del árbol: Roraima –en el sector donde se ubica el Salto Ángel -. He escuchado que cuando asciendes esta franja de montañas rocosas, sientes una fuerza especial, única y mágica. No lo dudo y, si Dios quiere, podré contarles luego mi experiencia personal.
Mezclé la historia persiguiendo mi imaginación con la idea de contarlo a los niños, como antiguamente o actualmente se hace y mantiene la cultura, de generación, en generación.
Les detallo algunas palabras pemones, según su cosmogonía:

Wey : Sol
Kapûi : Luna
Warupe : Noche
Lago kapepiakupé : Lago donde se formó el mundo
Akalapireimá : Primer hombre de la tierra
Kasana Pedale : Formación del mundo

Comments: Yorum Gönder



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